25 de febrero

Hoy vacunan a mi abuelo. 93 años. Un individuo que en términos económicos ya no es más que una carga para el Estado. Y le van a vacunar, para intentar salvarle la vida. ¿No es increíblemente bonito?
Y me da por pensar en cuánta gente ha luchado a lo largo de la Historia, la de España y la del mundo, en general, para lograr asentar el derecho a la protección de la salud. Y pienso cuantos han recibido palizas, condenas y muerte en esas luchas. Y entonces me acuerdo de la piel tan fina que tienen algunos cuando se queman contenedores y me entra una rabia…
Ninguna de las grandes conquistas de la Historia se ha conseguido pacíficamente dejándose pisotear. Ni el derecho a voto. Ni la jornada laboral de 8 horas. Ni la educación. Ni la sanidad. Ni el derecho al aborto. Ninguno. Jamás. Así que más allá de entrar en discusiones sobre si el uso de la violencia es o no legítima (tengo una opinión muy clara al respecto), lo que me sale pensar ahora es: gracias. Gracias eternas por haberos jugado la vida por el futuro. A veces ni por vosotros. Por los que vendríamos después. Os debemos la vida.

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